Aug 28, 2006

CRITICA DE DISCOS


GatostarHombre solo
La idea del disco unplugged fue hecha para llevarse a la perfección con géneros de los años ’90 como el grunge. Los grupos que sonaban apesadumbrados y desenfrenados en los discos originales podían sonar apesadumbrados pero íntimos en la versión acústica, y así pasó desde con Nirvana y Alice in Chains hasta con Stone Temple Pilots.

Así pasa también a escala chilena con Gatostar, que es post-grunge en dos sentidos. Porque es una puesta al día de ese mismo sonido y porque es la decantación de los dos grupos grunge más importantes que grabaron discos en Chile durante la década pasada.En esta banda se juntan músicos de Duna y Blu Toi, encabezados por el cantante y guitarrista Néstor Ayala, y el tono general de esta música es casi el de un concierto en vivo, y acústico.

No es un disco de versiones, sino de canciones originales que parecen concebidas para ser tocadas a bajos decibeles. Hay algunas disgresiones, como la de una composición llamada "Ambiente 1", que incluye una base electrónica, pero basta escuchar la siguiente, "Humo blanco", para volver a la guitarra acústicas y a las cuerdas metálicas de sonido granjero que son mayoría en Hombre solo. Gatostar se toma su tiempo para desplegar sus argumentos: una canción como "Mírame" dura seis minutos y esta es una hora de rock acústico sin preocupación por el reloj. De entrada una sorpresa interesante es la participación de un cuarteto de cuerdas formado por Deli García y Viviana Orellana (violines), Claudia López (viola) y Marisol García (cello) que aparecerá una y otra vez durante el disco, tal como las congas que también se escuchan en algunas canciones entre las guitarras eléctricas.

Pero la base siempre es acústica, a cargo de la guitarra del cantante, lo que acusa que por más que Gatostar tenga nombre de grupo, es el vocalista el que escribió estas canciones originales con su guitarra. Por algo se llama Hombre solo.
David Ponce


Antonio RestucciCrisol
"La esperanza es lo último que se pierde" y Antonio Restucci —uno de los más significativos nombres en la música chilena de fusión— escribió "Esperanza" como un epílogo onírico, protagonizada por dos "restuccis": el mismo Antonio en la guitarra española y su hija, la vibrafonista y cantante Esperanza, a cargo de bellas vocalizaciones con que Crisol (2005) baja el telón de su sexto disco solista, a la hora de dormir. Restucci es pivote.


Posiblemente sea recordado de manera masiva por poner la mandolina (el instrumento con que ha marcado su sonido a través del tiempo) en el exitoso disco de Los Tres Unplugged (1996), pero más sustantivamente Antonio Restucci está ubicado otra vereda. Una en que los músicos que la recorren no llenan ni estadios, ni se tocan sus canciones en las radios.

Menos aún en TV. Restucci es versátil. Puede escribir canciones con estrofas y estribillos para discos de Francesca Ancarola o Claudia Acuña, puede montar un sexteto de jazz fusión con la misma propiedad que lo hace al dirigir un cuarteto de cámara o un grupo folclórico.

Pero sobre todo, Restucci ha sido un motivador entre importantes solistas: los guitarristas Emilio García, Juan Antonio Sánchez y Ángel Parra, y el bajista eléctrico Christian Gálvez. Y es ahí también donde se describe con más exactitud su tránsito por "la otra" música popular chilena de las últimas tres décadas.Crisol resume treinta años de Restucci en 50 minutos. "Estrellas de arena", "Jambull" y "Gypsy sunrise" tienen inspiración gitana, priman palmas y rasgueos duros que marcan la memoria de su paso por Madrid en los ‘80 y la conexión directa con El Cigala, El Bola, Jorge Pardo o el bailaor Antonio Canales. En "Evocación", Restucci mete la quinta a la caja de cambios de la mandolina y despliega unísonos rapidísimos junto a la guitarra de uno de sus "seguidores", Emilio García. En "Candela" hay coloridos solos jazzísticos de guitarra y del piano del argentino Carlos Aguirre, además de fondos rítmicos de bajo eléctrico, batería y set de percusiones mestizas. "Plaza del ángel" alcanza uno de los puntos más arriba en la escalada de Crisol porque es un verdadero "hit" de la fusión latinoamericana.

Con "Candombe" regresa a las viejas amistades abriendo la invitación a los percusionistas Alejandro Ried (ex compañero de La Hebra), Claudio Araya (de Huara) y Juan Coderch (de Repercusión). Y en "Esperanza", Esperanza Restucci lo acompaña como mujer grande. No aquella pequeña cantante del grupo pop Masticables, y que ahora se para de igual a igual con su padre, Antonio Restucci.
Íñigo Díaz

Attaque 77Antihumano
Antihumano18 canciones en poco más de una hora muestran que Attaque 77 sigue cómodo en las normas del punk. Un golpe eléctrico y al grano: puede decirse todo lo necesario en menos de dos minutos. El décimo disco de acaso la más famosa banda argentina del género mantiene, sin embargo, la actitud mucho más allá de la métrica.


Las guitarras de Ciro Pertusi y Mariano Martínez suenan igual de encendidas que en antiguos hits como “Ángeles caídos”, brillantes pese a la convención, en un paseo por referencias que aseguran una enérgica diversidad.Es hardcore lo que agita “Morbo-porno”, un rock a-lo-Who el de “La gente que habla sola”, puro punk ramonesco el de “Hey! Hey”, ska el de “Exodo-ska” y un olor a lejano oeste el de “Western”. “¿Qué esperás? / Hollywood no existe más / ¿Qué esperás? / Sudamérica es así / ¿Qué esperás? / Esto es pura realidad” canta Ciro Pertusi en este último tema, una invitación a dirigir la queja sin esperar peras del olmo.

Las reflexiones sociales de Ciro Pertusi no son siempre inteligentes ni frescas (“Los buenos deseos”, “Setentistas”), pero guardan la rabia suficiente para construir proclamas recias cuando las circunstancias lo requieren. Si “Arrancacorazones” es una canción de amor al borde de la desesperación, “Ojos de perro” delinea al novio que nadie quiere tener: “cuando quiero me voy sin explicación / no necesito reglas, no necesito moral [...] / yo soy de una especie diferente a vos”. Attaque 77 es rudo, incluso, en el cliché.Marisol García C.


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